El modo pretérito se hacía cada vez más presente, y es que un momento puede convertirse en cuestión de segundos en un recuerdo; en esa sonrisa ahogada con varias copas encima, en esa lágrima que, gracias a nuestro auto convencimiento, pensamos nos la produce el viento, o el polvo. Nos la produce cualquier cosa menos ese recuerdo - nada más lejos de la realidad...-
Ojos brillantes y alegres, eso siempre. No se puede pasar por alto que, en su día, todo les pertenecía; el paso de los transeúntes, con su apagada conversación dejando escapar alguna risa que otra, el rumor de la calle, el rumor de la vida...
Todo era ajeno a ellos. ¿Para qué más?
Rápido y sencillo, como un corte de papel. Nadie sabe lo doloroso que puede llegar a ser. Y no volverle a ver, lo fue.
Pero todo pasa, todo llega.
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