domingo, 23 de octubre de 2016

Nada

La diferencia entre el otoño y la primavera nada tiene que ver con grados centígrados, ni con cambios de temperatura. Tampoco notamos la diferencia con la vuelta a la rutina. Quizás esto último se nota algo más...
La diferencia entre primavera y otoño son personas, refugio. Son hojas que se caen por un motivo y vuelven a salir por otro.
Son ya hojas secas, porque entre medias está el verano, y este por lo general, suele hacer daño.
La diferencia entre primavera y otoño son palabras, abrazos ausentes. Respiros profundos y consecuentes. Saber que algo no va bien y cerrar los ojos, como si eso nos fuese a calmar.

Son nuevos textos, nuevas razones de ser, nuevos tonos y nuevos colores.
La verdadera diferencia entre primavera y otoño es desnudarte y querer, sabiendo que la primavera viene, sin avisar, para después con mucho sigilo y burla desaparecer.



lunes, 17 de octubre de 2016

Visto y no visto

Recuerdos de colores, conversaciones con alma propia. Suspiros eternos, fugaces, latentes. Eres el vivo recuerdo de una voz consumida, callada, ahogada.


jueves, 13 de octubre de 2016

Viejo vicio de amar en vertical

Desperté. Luz de domingo, o de sábado. Y yo qué sé. Contigo siempre era fin se semana. Siempre había luz. Al darme la vuelta no te vi detrás de mí. Delante tampoco. Me incorporé, bebí agua. La necesitaba, y podría decir lo mismo de ti. Reflexioné sobre tomar un sorbo de la copa que quedaba en la mesa, solo había una, ¿para qué más? Lo tuyo era mío, y lo mío era tuyo. No bebí, había probado horas antes un trago de lo más dulce, tenía costillas y me amoldaba a él. Hablo de tu cuerpo.
Tú seguías sin aparecer. Mientras miraba al techo examinaba las cuatro paredes, las fotos, la vida de esa habitación. Apareció de golpe otra vida, sí. Tu cuerpo, de nuevo. Pasillo oscuro y tú te acercabas, seguía habiendo luz. Nuestra luz, aquella que iluminaba aquellos 3 metros que te separaban a ti de la cama. Te vi venir, te vi mirarme. Aquella noche, unida a la mañana, te amé en vertical. No me arrepentía de nada, solo de no haberte pedido una nueva copa y perderme, como solía hacer, junto a ti.


martes, 11 de octubre de 2016

Y mírate

Ya no me molesta que el viento despeine mi pelo, ni mucho menos que el pelo se me ponga en la cara. Perder el autobús ya no me parece motivo para enrrabietarse. Madrugar con el paso del tiempo ha cobrado sentido, sin embargo luchar por alguien que incluso te ayudaría a afilar tu propia espada, lo ha perdido. Las conversaciones de más se van quedando atrás, los besos, igual. ¿Qué nos pasa? Ahora los silencios nos hacen reír, las palabras, por el contrario, llorar.
Decir la verdad nos aleja, mientras que mentir y calmar se han convertido en sinónimos, cobardes, pero sinónimos.
Mundo, donde los haya, lleno de contradicciones, como podéis ver.



viernes, 7 de octubre de 2016

Confesiones de una noche

Se resume en eso: confesiones de una noche, y ¡qué confesiones...! Hacen que me olvide del mundo. Nunca sabemos cuándo va a ser la última vez que veremos a la otra persona, de repente, de golpe, todo puede cambiar. Puede cambiar, y cambia. Ya ha cambiado.
Quizá por fallos de uno, fallos del otro...o porque así lo quiere la vida. Yo creo que depende de nosotros. La frase "todo está en tus manos" adquiere de golpe un tono épico, que no siempre tiene que venir acompañado de una victoria.  Como decía antes; depende de nosotros y de nuestros gustos.
En definitiva: si te quieres complicar la vida con alguien, búscate al menos a alguien que te la complique de manera constante. Si no es así, sufrirás por partida doble; estando, no estando, estando... No, señores. O se está, o no se está.
Lo bonito de la vida es eso, que una noche no sabes ni cómo ni por qué, acabas viendo pasar las horas y la noche enfrente de los ojos más bonitos que has podido ver nunca. Puedes escuchar durante horas y horas, sin llegar a cansarte, el latir de la otra persona, y a menos de diez centímetros. Cara cara, beso a beso. Y al igual que esa noche no te imaginabas acabar desnuda, otros días no te imaginas la ausencia punzante de sus "buenas noches". Te malacostumbran... Pero eso queda al margen al ver que te han hecho temblar de nuevo.

26/5/2015 (escrito oficial)



lunes, 3 de octubre de 2016

Puzle de 500 piezas

Volví a ser de alguien, perteneciéndome a mí misma, pero entregándome por voluntad propia. Saliendo todo solo y de dentro, sin necesidad de forzar el tiempo, la noche, las llamadas que no llegan simplemente porque no tienen que llegar.
Volví a vestirme de colores. De esos que decidieron reírse de mí a la espalda, provocándome con una alegría que no se me permitía imaginar, ni mucho menos pronunciar. He vuelto a pensar que moriría de risa, junto a la suya.
Y es que, ha dejado de doler todo lo que antes dolía, sin meter el "me" - entre el antes y el dolía - .
Ya eres para mí el puzzle, el rompecabezas...llámalo como quieras, pero estando contigo, tú, y todo lo demás, cobra sentido. Sin necesidad de traer nuevas piezas, sin necesidad de completarme. ¿Que una de las piezas no encajó en su día? Hay seis mil millones - de piezas - , no hay que preocuparse si la primera no encaja perfectamente.
Hay puzzles que son bonitos aunque les falten 3 de las suyas, pero con el paso del tiempo ni se nota la ausencia de las mismas. Todo es fácil, no cuesta trabajo. Costó encontrarte, por lo demás...has sido pan comido. Las reglas no han cambiado, sencillamente no hay reglas. Por no haber, no hay ni juego. Hay sentido, con tu nombre y apellidos.



sábado, 1 de octubre de 2016

Nadie puede con la primavera callada

Pisadas crujientes, pasos vagos. La diferencia entre el otoño y la primavera nada tiene que ver con grados centígrados, ni con cambios de temperatura. Tampoco notamos la diferencia con la vuelta a la rutina. Quizás esto último se nota algo más...
La diferencia entre primavera y otoño son personas, refugio. Son hojas que se caen por un motivo y vuelven a salir por otro.
Son ya hojas secas, porque entre medias está el verano, y este, por lo general, suele hacer daño.
La diferencia entre primavera y otoño son palabras, abrazos ausentes. Respiros profundos y consecuentes. Saber que algo no va bien y cerrar los ojos, como si eso nos fuese a calmar.

Son nuevos textos, nuevas razones de ser, nuevos tonos y nuevos colores. Nadie puede con la primavera callada, nuestra primavera. Porque lo digo bien alto y claro, es sólo nuestra.
La verdadera diferencia entre primavera y otoño es desnudarte y querer, sabiendo que la primavera viene, sin avisar, para después con mucho sigilo y burla desaparecer.